Durante el gran aumento, soy la encarnación de Satoshi Nakamoto, y tras la gran caída, soy un refugiado de la cadena de bloques. A las tres de la mañana sigo observando el mercado, viendo cómo los activos se reducen en un 80% y luego se duplican, al final todo es solo un juego de códigos. En el mundo Cripto, un día equivale a diez años en la Tierra, las lágrimas de los apostadores y el mito de la riqueza repentina solo están separados por un contrato de liquidación.
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Durante el gran aumento, soy la encarnación de Satoshi Nakamoto, y tras la gran caída, soy un refugiado de la cadena de bloques. A las tres de la mañana sigo observando el mercado, viendo cómo los activos se reducen en un 80% y luego se duplican, al final todo es solo un juego de códigos. En el mundo Cripto, un día equivale a diez años en la Tierra, las lágrimas de los apostadores y el mito de la riqueza repentina solo están separados por un contrato de liquidación.